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René Magritte .- INTRODUCCIÓN

 

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René Magritte

René François Guislain Magritte, artísticamente conocido como René Magritte, nació el 21 de noviembre de 1898 en Lessines, Bélgica y murió el 15 de agosto de 1967 en Bruselas, Bélgica con una edad de 65 años debido a un cáncer de pulmón.

Magritte vivió a lo largo de su vida tragedias y entornos complicados, como el suicidio de su madre y la Segunda Guerra Mundial. Este tipo de acontecimientos marcó mucho tanto sus pensamientos, personalidad e ideales como su estilo artístico. Magritte se caracterizaba por ser una persona juguetona y fantasiosa en su juventud, sin embargo, en su adultez, como una persona excéntrica, provocadora y egocéntrica. Además, en cuanto a pi9ntura se refiere, además de poseer una gran calidad, destaca la particularidad de sus obras. Ellas presentan cierta similitud con el estilo de Dalí, pero, las de Magritte, con menos grandilocuencia.

Fue uno de los pintores artífices del Surrealismo. En sus obras refleja un juego de imágenes ambiguas y su significado denotado a través de palabras, de esta forma consigue poner en cuestión la relación entre un objeto pintado y uno real.

El Surrealismo.

El Surrealismo comienza en 1924 en Francia con la publicación del «Manifiesto Surrealista» de André Bretón, quien consideraba que la situación de posguerra demandaba un arte nuevo que indagara en lo más profundo del ser humano para comprender al hombre en su totalidad.

Los surrealistas creen que la obra nace de cualquier forma de expresión en la que la mente no tiene valor, es decir, no ejerce ningún tipo de control en la elaboración de la obra. Buscan la forma de reflejar el mundo de los sueños, el subconsciente y la realidad más profunda del ser humano mediante formas abstractas o figurativas simbólicas. La fuente de inspiración de los artistas será el pensamiento oculto y prohibido. Como consecuencia, en el erotismo descubren realidades oníricas, y el sexo será tratado de forma impúdica.

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Unsettling Muses – Giorgio de Chirico (1918)

Rosseau, Chagall y De Chirico son los considerados precursores del movimiento surrealista. Dentro del Surrealismo hay dos corrientes: Surrealismo figurativo y el Surrealismo abstracto. El primero se nutre de los convencionalismos de la perspectiva del Renacimiento para mostrar escenas sorprendentes. En esta etapa destacan autores como Salvador Dalí, Óscar Domíneguez y René Magritte. En cambio, en el segundo, es más fiel a los manifiestos, donde los autores inventan universos figurativos. En esta rama del Surrealismo destacan Joan Miró y Max Ernst. 

 

René Magritte.

Magritte tiene un estilo parecido a Chirico y, además, es uno de los artistas surrealistas más simbolistas. Las obras de Magritte destacan por la combinación de elementos reales junto con otros elementos reales pero inverosímiles en el contexto en el cual los coloca, además, sus obras, van acompañadas de un gran simbolismo.

Golconda – Magritte (1953)

La interpretación que el autor da a esta obra es desconocida, sin embargo a lo largo del tiempo se han dado distintas interpretaciones posibles. La interpretación más difundida y aceptada es que las gotas de lluvia sean la forma del propio artista que está en todas partes. Se considera que Magritte siempre buscó la forma de separar lo real de lo representativo. Magritte opinaba que sus obras tenían un carácter más lúdico que formal.

Por otra parte, se puede decir que muestra parte de su vida, ya que tanto los edificios como las personas que se muestran en la composición, son caracterizados como en la vida real, es decir, son elementos reales y caracterizados de forma idéntica a la de su época. En esta obra es claramente perceptible la mezcla entre los elementos reales y los reales pero inverosímiles en su contexto. Los elementos reales serían los edificios y el paisaje y, los reales pero inverosímiles por su contexto los hombres ya que están posicionados como si fueran gotas de lluvia.

El arte de vivir – René Magritte (1953)

Esta composición no es una de la más conocidas, pero es una de las que más simbolismo posee. «El arte de vivir» es un reflejo del autor en cuanto a significado psicológico se refiere. En esta obra, mediante el personaje principal, el reflejo de Magritte que se muestra son su egocentrismo, su agnosticismo, su confianza en el sistema comunista y en la razón humana. En resumen, en esta obra refleja sus creencias e ideas que tenía sobra la vida. Lo que se busca expresar con la cabeza inflada que está despegada de los hombros y delante de las montañas, expresa la superioridad de la razón frente a ninguna otra fueza ni moral.

El elemento surrealista en esta obra es la cabeza inflada que está despegada de los hombros que, además, presenta similitudes con el personaje principal de una de sus obras, «El hijo del hombre». Además, en la cabeza inflada, no se mantienen las proporciones de las facciones, sino que se mantienen como si estuvieran en una cara normal y no en una de mayor tamaño.